La juventud ha sido la gran perjudicada: Han sido uno de los colectivos más afectados en los malos momentos y de los que menos disfrutan de la recuperación.
Como consecuencia, tras cada crisis, muchas personas jóvenes se encuentran estancadas, sin suficientes oportunidades e impulsos que les permitan desarrollar los proyectos que corresponden a su etapa vital: Es la maldición de la eterna juventud.
La generación Z, a los 20 años, se ha encontrado un crecimiento económico un 40% inferior al que disfrutaron las personas nacidas en la década de los 60 a su misma edad. Los nacidos en los 90, a los 30 años, han vivido un crecimiento económico un 50% inferior al de la generación de los 60 a esa misma edad.
Durante la crisis de la COVID-19, las personas con menos de 35 años ocupaban 6 de cada 10 empleos destruidos. Pese a la recuperación general del empleo en el último año, la tasa de paro entre 20 y 24 años duplica la tasa de paro de la media nacional para aquellos que tienen entre 16 a 19 años, se multiplica hasta por cuatro.
La brecha de género es visible desde edades muy tempranas. La mayor tasa de parcialidad tiene como consecuencia salarios inferiores. De media, el salario de los jóvenes es un 17% mayor que el de las jóvenes.
Desde 2008, el aumento de sueldo de la población general ha sido más del doble que para jóvenes entre 24 y 35 años y hasta 8 veces mayor que para menores de 24 años. Están perdiendo su poder adquisitivo y la brecha intergeneracional se amplía. En 2008 la diferencia entre la renta media total y la renta media de las personas de entre 16 y 29 años era de tan solo 400 euros, hoy se ha triplicado.
La espiral de precios que sufre España desde finales de 2021 solo viene a agravar la pérdida de poder adquisitivo que se había generado en la población joven desde 2011. El IPC ha crecido un 35% respecto a 2006, mientras que el salario nominal de los y las jóvenes entre 25 y 34 años subió tan solo un 25% y el de los menores de 25 años un 15%.
El patrimonio neto de las personas menores de 35 años se ha reducido en un 50% en 15 años mientras que la evolución para el resto de los grupos de edades ha oscilado entre -39% y +25% (mayores de 75 años)
Los salarios y la riqueza de la juventud influyen en que las personas jóvenes en España tarden tres años más emanciparse que sus vecinos (29 años) que sus vecinos y vecinas de la Unión Europea (26 años de media).
Atendiendo a la intervención del estado, vemos como el gasto público destinado a vivienda en España es menor que el de la UE y mucho menos que el de países vecinos como Francia. Como muestran los datos, cuanto más alta es la inversión, más temprana es la edad de emancipación de la juventud del país.
Los bajos salarios no solo impactan en la capacidad de ahorro y el acceso a la vivienda, si no que, en muchas ocasiones, abocan a la juventud a vivir en condiciones de riesgo de pobreza.
El drama de la pobreza juvenil se ve agravado por la baja inversión del Estado español para darle solución. Comparada con la media europea, el Estado reduce la pobreza juvenil diez puntos menos.
La situación que enfrentan las personas jóvenes no es solo un problema de la juventud, sino de toda la sociedad española, ya que pone en riesgo el proyecto de país. Con un presente truncado, las y los jóvenes de hoy serán un débil sostén de nuestra sociedad en el futuro. Una sociedad que deja atrás a las personas jóvenes es una sociedad que no es sostenible.
Las reformas tributarias que se tienen que llevar a cabo deben generar mayor suficiencia recaudatoria, ahondando en la progresividad, reequilibrando las fuentes de ingresos tributarios, y contribuir a la transición energética mientras se generan nuevas oportunidades.
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